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Sofía P. Politi y Victoria Andersen

El Amparo Maternal: un lugar para empezar de nuevo

Actualizado: 17 abr 2021

A menos de media cuadra de la Di Tella se encuentra el Hogar Amparo Maternal, una institución que busca cobijar y capacitar a madres con sus niños en situación de calle. La Curva se reunió con dos trabajadoras del Hogar, Fernanda Palacios, psicóloga, y Patricia Alonso, trabajadora social, para que nos cuenten cómo funciona el hogar, su trabajo allí y los dilemas que se enfrenta el Amparo frente a la pandemia del COVID-19.


POR VICTORIA ANDERSEN Y SOFÍA P. POLITI


¿Cuáles son las circunstancias por las que pasaron las mujeres que acuden al amparo?


Patricia: Tenemos chicas de 18 a 65 años. Son mamás, no son madres solas. Puede ser que su bebé todavía no haya nacido, pero que ya este por nacer. Todas vienen de situación de calle. Tenemos un convenio con el Gobierno de la Ciudad. Por medio del 108 (asistencia social para personas en situación de calle) nos avisan si hay algún caso que podría estar en el Hogar.


Primero pasan a un parador de la Ciudad y la gente del parador determina si tiene los requisitos para que los admitamos. No aceptamos ni mamás psiquiátricas ni adictas al alcohol o a la marihuana. Esta es nuestra población.


Fernanda: Para entrar se le hace una evaluación, una entrevista. Si da con el perfil y vemos que es bueno para ellas estar en el Amparo, le avisamos a la Gerencia. La idea es que estén un año. Por lo general es siempre más. Siempre decimos que nuestro trabajo está bien hecho si ellas se pueden ir de ahí con un trabajo y con un proyecto. Esta mal hecho si vuelven a un parador. Claro que hay mamás que necesitan más tiempo y capaz el amparo no se los puede dar, entonces se derivan entre los hogares amigos que tengan el perfil que a esas madres y a esos chicos les haría bien.


Nuestro cupo máximo es de 75 personas. Cuando empezó la pandemia estábamos en este cupo máximo y algunas se fueron yendo, a la casa de algún familiar o algo asi, pero ahora hay 58 entre madres e hijos.


Lo que se viene son momentos socialmente muy difíciles, sobretodo para las personas de mayor vulnerabilidad. Los trabajos a los que ellas acceden son de empleadas domésticas, ayuda a mayores. Tenemos solo una mamá que tiene un trabajo en blanco, que trabaja en McDonalds, pero todo el resto suelen trabajar en negro.


¿Cómo es un dia normal en el amparo? Sin pandemia, claro…


Patricia: Una rutina es que los chicos vayan a la escuela o al jardín y las mamás vayan a trabajar. No todas trabajan, alguna estudia o está buscando trabajo. Las tareas de ellas dependen de la edad de los chicos. Acompañan a sus hijos a la escuela o a algún control médico.


Todos se levantan a un horario, desayunan en el amparo y después parten a su trabajo. Algunos chicos almuerzan como también algunas madres. A la tarde tienen una merienda y cena.


Durante la semana van grupos de voluntarios, por ejemplo el lunes y martes van un grupo de alumnos del Instituto Romero Brest. Hacen una hora u hora y media de deporte, recreación o entretenimiento. Hay un grupo de apoyo escolar, que también va una vez a la semana. Cada tanto hay un grupo de yoga, que hace la actividad con las mamás.

Fernanda: Y los sábados hay un grupo a la mañana a hacer actividades con los chicos una vez por mes. ¡Y la peluquera!


Es importante el convenio con River, donde hacen deporte. En invierno y verano, los chicos participan de la colonia también ¡eso es lo mejor que tenemos! Los domingos suelen ir chicos que alguna parroquia cercana o colegio, que también suelen hacer algo así de recreación.

Los que van mucho a ayudar son la gente del barrio, de colegios de la zona, clubes y parroquias. Y la gente que llega es mucho por el boca a boca, por la página, porque conocen la historia, y, principalmente conocen el Hogar desde el jardín que es para toda la zona. Hay gente del barrio que fue a este jardín y, como tienen lindos recuerdos, colaboran con lo que pueden.


¿Qué tipo de ayuda reciben? ¿De donde más?


Patricia: Yo creo que la ayuda más valiosa es acompañar a la mamá para que pueda ser autónoma. Por eso necesitamos un trabajo lo más digno y estable posible. Ese es un gran desafío, porque no estamos preparados para eso como sociedad, a brindar ayuda a personas de mayor vulnerabilidad, a personas que son mamás y que necesitan tiempo para sus hijos, para la crianza. También es importante ayudarlas a autosustentarse.

Nosotros intentamos mandar cuando nos ofrecen trabajos a las personas más idóneas porque sabemos que cuando alguien llama es una puerta que se abre. Queremos que sea recomendable la gente del amparo.


El mundo del trabajo es todo un universo: también es capacitarse, ofrecer algo diferente. Las mamás del Hogar terminan limpiando casas o cuidando personas porque es lo que uno puede ofrecer sin tener una preparación previa. Para tener otra cosa necesitas una inversión de recursos e información que por ahí no está porque hay otras prioridades. Algunas no tienen terminada la primaria o la secundaria. Siendo mamás es muy difícil el trabajo, estudio, los chicos, cumplir con los horarios.


Fernanda: En lo material, lo que más se necesita son pañales. Están muy caros y ni hogar ni las madres tienen los recursos suficientes para solventarlo. También se necesitan cosas de aseo personal.


Como profesionales, ¿cuál es su trabajo en el Amparo?


Patricia: Cuando una madre llega se la conoce un poco y empezamos a trabajar con ella para ver que necesita: a veces documentación, otras atención de salud, prepararse para la búsqueda de trabajo... Muchas suelen cambiar de barrio al venir al hogar. Es necesario volver a construir esa red para que pueda concretarse un trabajo.


Al llegar, necesitan un tiempo para interactuar en el hogar y convivir. Todo eso es un aprendizaje. La inserción escolar, documentación, salud, y también ellas como personas. Generalmente están pasando un momento difícil y necesitan acompañamiento psicológico y en eso estamos atentas.


Fernanda: Ninguna de las mujeres que llegan al hogar son parientes, familiares o amigas entre sí. La convivencia es un tema, no todas las madres se llevan bien: son 20 mujeres adultas, hay grupos y más sumado al hecho que tienen hijos.


No hacemos terapia, sino que las acompañamos para que puedan iniciar terapia fuera del hogar.


Nuestra misión es acompañarlas en el vivir, en todo sentido, tanto desde el techo, comer las cuatro comidas y su vida personal. Si se detecta que hay una persona en el lazo familiar intentamos que vuelva a su núcleo.


¿Hace cuánto empezaron en el Amparo? ¿Y cómo empezaron a trabajar ahí?


Fernanda: Empezamos juntas, con dos semanas de diferencia. Yo arranqué primero. En abril.


Arrancamos las dos por conocidos… Nos llegó el dato de que se necesitaban gente. Yo tenía experiencia en hogares. Llegamos hace tres años, ¿no?


Patricia: Sí, hace tres años.


¿Cómo creen que el Amparo influyó en sus vidas? ¿Qué les enseñó trabajar allí?


Patricia: A mí en lo personal es la primera vez que trabajo en un hogar y me hizo acercarme a la vulnerabilidad desde un lugar muy privilegiado. El contacto con la otra persona y su llaga me ayuda mucho a redimensionar mi vida y poner el acento en lo que realmente es importante. Cuando el otro sufre o tiene una necesidad muy grande, uno se alinea distinto. Se pregunta qué es lo que vale y qué es lo que no.


La alegría es el intento, no el resultado. La alegría es caminar con el otro y compartir el intento. No estamos en lugar de dar nada más, sino que es un caminar y construir juntos.

Requiere mucha dedicación, compromiso, mucha evaluación y análisis. Descubrir con el otro lo que necesita y para donde ir es todo un trabajo en el cual uno se vuelve cada vez más delicado. Delicado es la palabra, porque se trata de la vida de otro.


Como decía Fernanda, lo ideal es que pudiesen llegar a una autonomía, pero a veces no se logra en ese momento. Entonces, también uno los deja ir sabiendo que hizo todo lo que pudo. Y la vida sigue.


Fernanda: El grupo humano que hay es impresionante, la calidez con la que acompañan las hermanas a las mamás. Es un regalo.


Son diez hermanas que están a cargo (del Amparo). También destacó a la gente que no lo está, pero que trabajan ahí, como las encargadas de turno, la portera...


Me encanta trabajar en el Amparo. Lo extraño ahora que no podemos ir. Me gusta mucho estar con las mamás, poder acompañarlas. Les agradezco cada vez que nos abren su intimidad. Tienen historias de vida muy duras, muy difíciles. No siempre las comparten, por temor o por vergüenza.


Aprovecho para preguntarles, ¿cómo afectó la pandemia la actividad en el Hogar?


Fernanda: Muchísimo. Primero, están todos ahí adentro y no hay suficientes recursos tecnológicos, lo cual es grave, ya que todos los colegios mandan la información por mail. Hay una sola computadora para 65 personas.


No hubo tiempo de nada. A veces, la comunidad del barrio dona cosas, pero con la pandemia no hubo ni tiempo de que lleguen los libros de texto para los chicos de sexto y séptimo grado.


Los recursos tecnológicos es lo más que necesitamos en este momento. Otra red de internet también, ya que no hay suficiente para todas las mamás. Suelen usar los datos de sus teléfonos.


Afectó muchísimo sobre todo a lo laboral. Había mamás con proyectos en puerta. Los chicos, que entraban al jardín doble turno, ahora volvió todo a cero. Desde lo anímico, para ellas, fue un golpe muy importante.


Más allá que hoy la tecnología puede facilitar la sociabilidad, en el Amparo efectivamente esto es muy difícil por sus limitados recursos.


Patricia: Exactamente. Nosotros quedamos afuera a eso, porque implica armar una logística muy grande sin recursos.


Imaginate que para una de las chicas estamos haciendo apoyo escolar con una sola computadora en el Hogar. Aún así, implica que una persona tiene que ir a un lugar a buscar la máquina, instalarla y tiene que ver que funcione y ahí empieza. Son procesos más laboriosos.

 

¿Cómo ayudar?


Como todos los años, la Di Tella hace una movida solidaria para ayudar al Hogar Amparo Maternal. En esta oportunidad comprende la semana del 8 al 19 de junio.


En esta coyuntura tan difícil, el Hogar necesita nuestro esfuerzo como comunidad para acondicionar las instalaciones de gas y contar con calefacción durante todo el invierno.


A través de la universidad podes hacer un aporte solidario de 500 o 1000 pesos argentinos.

Todas las donaciones serán premiadas con un regalo a fin de la cuarentena.


En caso de no pertenecer a la comunidad ditelliana, aquí les dejamos otra forma en la cual es posible colaborar con el Amparo.

 

Sobre las autoras


Victoria Andersen


Crítica de las cafeterías notables de Buenos Aires, y cuando no de las heladerías. Opinóloga profesional.





Sofía P. Politi


Apasionada de los caballos. Casi siempre en una nube, pero de vez en cuando bajando a tierra para aprender sobre política, historia e arte.


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