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JULIETA NINNO

Ficciones y ética: el poder de las historias

Actualizado: 17 abr 2021

Por qué las series, películas y novelas que nos mantienen entretenidos en cuarentena también son relatos morales.


Por Julieta Ninno


Aquí va una afirmación de lo más osada: nuestros valores han sido determinados por las historias ficticias que consumimos. Impactante, ¿no es así? Los cuentos de buenas noches que se enredan en nuestras mentes antes de ir a dormir, o los relatos que se deslizan hacia la imaginación desde estímulos externos como libros o películas, moldean los paradigmas éticos de cada uno de nosotros. Nos afectan de formas multifacéticas y complejas, influyendo en el desarrollo cognitivo, la percepción del mundo y el dilema de quiénes somos. Nuestra ética está hecha, en gran parte, de las historias que consumimos en formas de ficciones y entretenimiento diario.


El arte posee un poder formidable sobre lo que catalogamos como “bien” y “mal”. Tomemos como ejemplo los célebres cuentos de Disney y su efecto en la sociedad contemporánea.

Existen generaciones enteras que se alimentan de estos cuentos de hadas durante sus primeros años de formación, siendo víctimas de un festín moral y ético sumamente complejo. Estas historias transmiten ciertas ideas sobre el género, la diversidad étnica y cultural, las enfermedades mentales y lo que es “correcto”. Todo niño devorándolas es moldeado por lo que ve. No existe nada más aterrador que el poder de las historias sobre el ser humano. Entonces, ¿pueden los cuentos para niños influir en algo tan pequeño pero al mismo tiempo ininteligible como lo son nuestras definiciones de “bien” y “mal”? ¿Acaso puede la ficción determinar los valores de una sociedad? ¿Hemos llegado a una era donde el entretenimiento y la cultura masiva determinan nuestra percepción del mundo? Por ende, la siguiente pregunta parece vital en el mundo actual: ¿Cómo puede el arte influir y moldear nuestros valores?


Las historias son poderosas. ¿Por qué? Porque son humanas. Las construimos con palabras escogidas cuidadosamente para transmitir mensajes específicos, crudos, pero al mismo tiempo lo suficientemente dulces como para enamorar a la audiencia. Las historias son un producto de nuestra propia humanidad, por lo que no extraña que podamos ver a esta última reflejada y construida en todo relato. Nos deslizamos en la ficción al producirla, porque la misma es subjetiva y producto de nuestra propia subjetividad. Así, nuestros propios valores terminan enredados en la mezcla de fantasías y realidades que hacen a todo cuento. Y una vez entendida esta caótica receta, resulta más sencillo entender la manera en la que la ética se permea en nuestras mentes al consumir distintos tipos de entretenimiento.


Primero, el lenguaje en el arte determina las definiciones y connotaciones de ciertos términos éticos. Por ejemplo, la yuxtaposición entre lo “correcto” y lo “incorrecto” se encuentra en la mayoría de los cuentos infantiles—siendo Disney un gran defensor de este cliché—y dividen al mundo en dos: el Bien y el Mal. Al traer a la realidad interpretaciones de lo que estas palabras significan y demostrarlas en escenarios ficticios, las implicaciones de estos términos se transportan a la vida real. Tanto de manera individual como colectiva, vemos conceptos éticos aplicados a escenarios de fantasía. Vemos simples palabras que se definen en diccionarios y teorías ser aplicadas a contextos reales. A escenas precisas. Nuestros ojos devoran un mundo donde el “bien” ya se diferencia del “mal”, donde esto ya se encuentra definido para nosotros. Se vuelve entonces más fácil que nos apropiemos de estas definiciones en nuestra vida cotidiana. Las historias le dan forma a términos que no significan nada sin aplicaciones reales. Le dan vida a lo inanimado, y nunca lo hacen de la misma manera.


Sin embargo, hemos comenzado a dejar atrás estos mundos divididos entre el Bien y el Mal. La serie de televisión española La Casa de Papel es un ejemplo concluyente. Esta historia difumina las líneas entre héroes y villanos y, haciendo uso de la emoción y del poder de toda historia, conduce ciega a que apoyen a los “villanos”. Y esto funciona por dos razones. Primero, La Casa de Papel reconoce que ya no vivimos en un mundo en blanco y negro, y palabras como “héroes” o “los malos” ya son demasiado vagas. Ya no nos dicen nada. Son conceptos construidos por cada sociedad que varían en cada rincón del mundo. Son unidimensionales. Son básicos, sencillos, y muy lejanos a lo que significa ser humano. Y es precisamente esto último lo que hace que La Casa de Papel sea un ejemplo válido en la ética del siglo XXI en la cultura: es una historia que justifica a los “villanos”. Muestran sus profundidades y sus muchas facetas, porque ningún ser humano es sólo una cosa.

Eso es lo que buscamos en el entretenimiento contemporáneo. Humanos. Ya no caemos en las ingenuas manos de lo más básico de la ética. Nuestros valores ya no encasillan a cada individuo que nos rodea, no recaen en simples palabras ni ven a la sociedad con un único lente. Nos encontramos en un mundo en una metamorfosis cultural. Ya no buscamos el blanco y negro porque hemos entendido que toda moneda tiene dos caras. La ética humana es compleja, y buscamos arte que (1) lo refleje, (2) lo entienda y (3) lo ame. Porque amamos la humanidad de toda historia. Son significativas para nosotros en nuestra eterna búsqueda de ser comprendidos.


Todo humano busca ser visto por una buena historia. Como dijo la escritora V. E. Schwab en su novela Una obsesión perversa, las palabras que utilizamos tan a la ligera por décadas—monstruos, humanos, héroes, villanos—son sólo una cuestión semántica. Todo monstruo puede ser humano, y todo humano puede ser monstruoso. Hoy estamos buscando historias monstruosamente humanas. No para que definan nuestra ética, sino para que la reflejen en su totalidad y en sus muchas tonalidades de gris.


 

Sobre la autora

Julieta Ninno

Estudiante de Historia. Ávida lectora. Ganadora del Premio Blogger de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2019. Crecí entre tinta y páginas de libros, escribiendo mis propias historias y formando parte de la comunidad lectora online. http://miuniversoliterariowriter.blogspot.com/

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