24 de marzo de 1976, Buenos Aires, Argentina. Las fuerzas armadas toman el poder destituyendo a María Estela Martínez de Perón con un contundente golpe de Estado como parte del Plan Cóndor de la mano del Gral. Videla (Ejército), el Ing. Massera (Armada) y el Bg. Agosti (Fuerza Aérea), jefes de la junta militar, comenzaba el Proceso de Reorganización Nacional y su lucha antisubversiva.
Marzo 1981, Buenos Aires, Argentina. Cambios en el poder. Deja su puesto el Gral. Viola y asume el Gral. Galtieri. Un año y pocos días después, el segundo día del mes de abril, el comandante en jefe Galtieri, luego del incremento en las tensiones entre Argentina e Inglaterra por la soberanía de las Islas Malvinas, ordena, desde su despacho, mediante la operación Rosario, el desembarco en Puerto Argentino y su posterior toma declarando la recuperación del archipiélago. La maniobra fue un éxito, las Malvinas volvían a ser argentinas. Jolgorio nacional.
De todos los combatientes argentinos que participaron en el conflicto bélico, 649 murieron defendiendo la patria. Su gran mayoría descansa en el cementerio Charles Darwin en las islas. Uno de ellos es el Tte. Estévez, Roberto Néstor, a quien voy a recordar en este artículo.
El 24 de febrero de 1957 en Posadas, provincia de Misiones, nacía el Tte. Estévez. Hizo el ciclo primario en la Escuela N°3 "Domingo F. Sarmiento" y la educación secundaria en el Colegio Nacional N°1 "Martin de Moussy". Desde temprana edad se confesó católico, interesado en la historia argentina y su soberanía sobre las Islas Malvinas. “Roberto siempre fue un apasionado por la historia argentina, cuestionaba y preguntaba todo desde muy chico”, comentaba su hermano Jorge Estevez. Siguiendo su vocación, se aventuró rumbo a la capital para ingresar, en febrero de 1975, al Colegio Militar de la Nación. Terminó sus estudios como Subteniente el 12 de octubre de 1978. En el año 1981 realizó el Curso de Comandos en la Escuela de Infantería. En el mismo, durante el desarrollo de una exigente ejercitación, sufrió un paro cardíaco. El médico encomendado en auxiliarlo, aunque declarándolo muerto, continuó prodigándole métodos de resucitación correspondientes. Hasta que reaccionó. De forma inmediata padece un segundo paro cardíaco, del que vuelve a recuperarse. Fue enviado al hospital. Para sorpresa de todos, al día siguiente, se presentó para continuar el curso. “Cuando sufrió los problemas de corazón, entenderás que en aquella época las comunicaciones no eran lo mismo, nos enteramos tiempo después. Nadie en la familia se sorprendió. Roberto era así. Nada ni nadie iba a entorpecer sus objetivos, solo la muerte”, agregaba Jorge sobre su hermano.
El 2 de abril formó parte del desembarco en las Islas Malvinas como jefe de la Primera Sección de la Compañía C del Regimiento de Infantería Mecanizado 25. Dicha sección estaba formada por tres divisiones que llevaban el nombre de “Bote”, “Romeo” y “Gato”. “Bote” era la que estaba a su cargo.
”Bote”, su pelotón.
27 de mayo, Puerto Argentino, el Tte. Cnel. Piaggi, Ítalo Ángel, jefe del Regimiento de Infantería 12, le ordenó a Estévez que su sección debía marchar hacia la primera línea de combate, ya que los británicos habían desembarcado en San Carlos el 21 de mayo y avanzaban hacia Darwin, produciendo enfrentamientos con efectivos del Regimiento. A las 2 de la madrugada del siguiente día llega a Colina Darwin, sitio cercano al actual cementerio de Darwin, que ya era zona de combate. Estévez desplegó, en forma de abanico, a sus cuarenta hombres, entrando en la Batalla de Pradera del Ganso.
La disparidad de fuerzas era abrumadora. Los ingleses tenían la ventaja. Estévez libró combate contra la Compañía A bajo las órdenes del Mayor Dair Farrar-Hockley del 2º Batallón de Paracaidistas británicos, que contaba con ciento cincuenta efectivos muy bien armados y con apoyo naval. En el combate, que desde las 5 de la mañana se prolongó hasta casi el mediodía, la sección de Estévez rechazó y logró soportar tres avances ingleses impidiendoles tomar la Colina, punto estratégico en la guerra.
Durante la batalla, Estévez se paseaba por las posiciones y trincheras, gritando y distribuyendo órdenes a sus soldados bajo la ofensiva del fuego británico. Al salir de un pozo recibió dos balazos: uno en el brazo y otro en la pierna izquierda. Tambaleándose, llegó a una trinchera contigua. Estévez, poniendo en segundo plano sus propias heridas, le preguntó a un soldado en mismas condiciones, llamado Sergio Daniel Rodríguez, si se encontraba en buen estado. Tomó un fusil FAL y siguió disparando. También daba órdenes por radio. Cinco compatriotas compartían el refugio. Estévez, priorizando a sus hombres, se hizo del casco de un soldado argentino caído y se lo colocó a Rodríguez para protegerlo. En ese momento, mientras asistía a los suyos, recibió un nuevo balazo en el pómulo derecho y, aunque se intentó auxiliarlo, tras decir unas palabras que no pudieron ser entendidas, falleció.
Posteriormente, debido a que Estévez estaba cargado de granadas, su cuerpo fue sacado fuera del pozo. Su cadáver recibió numerosos balazos más, motivo por el cual quedó casi irreconocible. Postmortem ascendió a Teniente Primero y recibió la condecoración “Cruz al Heroico Valor en Combate” por: "Dirigir un contraataque durante la noche, en una zona ocupada por fuerzas enemigas superiores, para permitir el repliegue de efectivos propios comprometidos. Pese a resultar herido seriamente, continuar en la acción, ocupar el objetivo asignado y mantenerlo en situación desventajosa, rechazando sucesivos ataques, oportunidad en la cual ofrenda su vida".
Luego de acercarle a Jorge (quien aprobó y certificó la cronología y veracidad de los hechos en combate) este humilde artículo sobre las hazañas de su hermano, sumó, con un tono que denota una mezcla de orgullo y nostalgia, que “una vez nos enteramos de lo que había sucedido con Roberto en Malvinas, todos quedamos muy golpeados. El orgullo que hoy sentimos por sus acciones tardó en llegar. El cambio fue cuando los ex combatientes, que estuvieron bajo las órdenes de Roberto y que tuvieron la suerte de volver, comentaron a toda la familia lo que realmente Roberto había hecho por ellos: su accionar, su coraje, lealtad y valentía. Ninguno dudó en sostener que sobrevivieron gracias a él. Aún hoy en día siguen llegando palabras de agradecimiento a nuestra familia, la de su jefe y amigo”.
Antes de partir hacia la guerra, el Tte. Estévez escribió una carta a su padre, en caso que un final trágico lo esperase:
"Querido papá: Cuando recibas esta carta, yo estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de mi misión. Pero, ¡fíjate vos qué misión! ¿No es cierto? Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, ¿todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre generoso, ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria. Lo único que a todos quiero pedirles es: que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. Que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza. Y, muy importante, que recen por mí. Papá, hay cosas que en un día cualquiera no se dicen entre hombres, pero que hoy debo decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy, y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo. Dios y Patria o Muerte. Roberto". (Esta carta estuvo exhibida mucho tiempo en la estación Juramento de la línea de Subte D)
Y otra a su novia:
"Te amo muchísimo, mi amor. Y ahora te dejo. Aunque sé que es una recomendación innecesaria, por favor: reza por la Nación, por la idoneidad y la grandeza de nuestra conducción, por la cristiana resignación de padres, hermanas, hijos, novias que han quedado solos en este mundo, por la Unidad alrededor del Rosario y la Bandera, por una titánica voluntad de vencer y, finalmente para quien tanto te ama y te recuerda, entregue con acierto, energía y sin medidas todo lo que como soldado pueda brindar".
Tte. Estévez, Roberto Néstor
Sobre el autor
Juan Emilio Ramírez Amable, pero me dicen Tucho. Estudiante de Ciencias Sociales y de Abogacía. River luego existo. Gallardista. Ir de pesca hace bien. Mi lugar en el mundo es Paraná. Me gusta entender porque suceden las cosas.
La crónica fue escrita por Ramírez Amable, Juan Emilio; en colaboración de Estévez, Santiago (sobrino del Tte. Estevez) y su padre Estevez, Jorge (hermano de Roberto).
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