Por Bahía Solla
El año pasado le di una charla a unos chicos de primer año. Era jueves y llegué tarde al aula porque venía cargando seis libros que ya no me entraban en la mochila y que los estaba usando en el trabajo final de graduación. Cuando los vi se me estrujó un poco el corazón, porque cuatro años atrás yo también había asistido a esa misma actividad. Me vi en ellos y recordé qué era lo que me hubiese gustado escuchar en primer año: esas cosas que una persona aprende a base de errores, esas pequeñas cosas que, si pudieras volver en el tiempo, se lo advertirías a tu yo más joven.
Sigo recordando esa charla porque terminó durando un montón. Nos reímos, contamos anécdotas: parciales que entregamos con cara de vergüenza, noches sin dormir y materias que, cuando las terminamos, nos dimos cuenta que las tendríamos que haber disfrutado más. Así que, si pudiera volver el tiempo atrás, si yo volviera a ser esa alumna de primer año empezando, estos son algunos consejos que le daría, que descubrí y aprendí a base de errores, experiencias, risas y también lágrimas.
1. La razón por la que sobreviví 4 años fue por el grupo de compañeros que formé.
Aunque hoy en día no los llamo compañeros, los llamo amigos, nunca imaginé que los necesitaría tanto. Así que este es mi consejo número 1: formá un buen grupo, con personas parecidas a vos, con quien puedas confiar y compartir resúmenes. Sí, yo solía decir que nunca podría estudiar de resúmenes ajenos, pero básicamente hubo materias que nunca podría haber aprobado sin un buen grupo de resúmenes.
2. Que sea un examen domiciliario no significa que sea fácil.
Yo solía creer eso en primer año, hasta que tuve una materia en la que pensé esperar al parcial para leer solo lo necesario y me di cuenta que para responder una sola pregunta tenía que leer los textos de 4 unidades. Terminé aprendiendo, ya que casi muero esa noche previa a la entrega del parcial. No cometas mi error.
3. Hay materias que se pueden dejar colgadas…y otras que NO.
A partir de segundo año, empecé a aplicar una táctica que autodenominé “¿Qué materia podemos dejar atrás?”. Consistió en ver entre esas cuatro o cinco materias cuál era la más ‘fácil’, a la que pudiera ir sin leer y no hubiese problema, o en la que pudiera pilotear mejor para el parcial. De este modo, dejándola un poco ‘olvidada’, podía poner mis energías a las materias más pesadas de ese semestre. Ha tenido algunas fallas, pero tengo que admitir que esta táctica me funcionó muy bien.
4. Nadie se muere si decidís bajarte de una materia
La primera vez que me di de baja de una materia me sentí un fracaso. Había sido un semestre muy duro cursando materias pesadas y simplemente el cuerpo me estaba pasando factura: me estaba enfermando del estrés que estaba manejando. Pude decir basta y decidí bajarme de la materia que ya no tenía ni ganas ni fuerzas de cursar. Fue una muy buena decisión, pero ojo, acá van unos consejos: 1- A la hora de desinscribirte, fíjate si realmente es insalvable la situación. 2- Apretar el botón es muy fácil, pero que no se tome costumbre porque te vas a arrepentir. 3- No pierdas correlativas, si tenés que darte de baja, tratá que sea una materia que no te afecte en la cursada. 4- Primero está la salud. No poder con todo no es fracasar. 5- Y muy pero muy importante: ¡descargá la constancia! Tengo el recuerdo de cuando una de mis mejores amigas no descargó la constancia de desinscripción y nunca supo que el sistema no había registrado su baja. Una semana antes de rendir el parcial, ella se enteró que seguía en la materia (si, fue un momento de mucha angustia).
5. Aprovechá toda actividad y oportunidad que puedas para poner en el CV
La facultad casi no da tiempo para que puedas trabajar y, en la mayoría de los casos, uno se termina graduando casi sin experiencias laborales, así que este es mi consejo que deseo haberle dicho a mi yo de 18 años: aprovechá en hacer todo lo que te pueda ayudar en un futuro, sean pasantías, voluntariados, cursos… todo ayuda, y te lo vas a agradecer.
6. Disfrutá.
Solía hacer el chiste con mis compañeros de decir “lloré más de lo que estudié”. No sé si es verdad, pero la facultad se llevó muchas lágrimas mías. Hoy, viendo todo en perspectiva, admito que no me tendría que haber preocupado tanto por materias que no valieron la pena, no debería haberme obligado a quedarme despierta tantas noches cuando el cuerpo ya no me daba más, ni haberme angustiado tanto por el famoso ‘no voy a llegar’, porque tarde o temprano todos llegamos, no sabemos cómo pero te juro que lo hacemos. Hoy en día no nos acordamos con mis amigos de todo lo que nos angustió, sino de esas anécdotas divertidas, de esas risas en medio de clases, de esa vez que una amiga se quedó dormida escribiendo en medio de un parcial o cuando a uno de nuestros profesores más queridos se le rompió la silla y casi se cae al piso y no sabíamos si reírnos o irlo a ayudar.
Al final recordamos los mejores momentos, así que no te olvides de crearlos.
Sobre la autora
Bahía Solla
Licenciatura en Historia. Soy producto de los libros que he leído y de las frases que he subrayado. Ando con rulos, en un mundo de gente con alisados.
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